Del MOPU y la vejez
Uno de los síntomas más claros de que estamos envejeciendo es, seguramente, la resistencia a aceptar la utilidad de nuevos inventos. Aún recuerdo con una sonrisa el maletón que solía arrastrar conmigo para poder hablar con los clientes en los inicios de la telefonía móvil; y, una vez reducido su tamaño, el orgullo con el que lucía mis primeros teléfonos celulares. Mi padre, reticente donde los haya a caer en nuevas modas, comentaba con sorna que aquello era una “chorrada” y que nadie le vería con un móvil en la mano hasta después de muerto. Por suerte, el aún vive; y más tarde hubo de aceptar la utilidad de estos teléfonos cuando le explicamos, sin lugar a dudas las ventajas que le reportaría llevarlo encima.
Pues a mí me pasa lo mismo con el GPS. Me parece, además de un peligro claro para la conducción, una chorrada de tomo y lomo. Me explico: entiendo su utilidad para aquellos que no tengan ni pajolera idea de dónde les lleva el coche; para aquellos que, como cuenta la leyenda, no se paran a pedir indicaciones ni cuando se ven perdidos en medio de la selva amazónica; para aquellas familias en que el coche se convierte en cada viaje en un maremagnum vocinglero, y en el que tienes que estar más pendiente de que el niño no vomite, o de subir y bajar el aire acondicionado, que de el desvío que has de tomar para llegar al apartamento playero. Pero para mí... como que va a ser que no...
En primer lugar, llevo al lado un copiloto cuya habilidad con el mapa de carreteras es proverbial: Si mi esposa interpreta en el mapa que hay que girar a la derecha, yo, que no me fío ni un pelo ni de mi propia sombra, leo los carteles indicadores, y siguiendo mi instinto... giro a la izquierda. Lo curioso del caso es que siempre termino llegando bien y en menos tiempo a los sitios. Claro que en este aparente contrasentido juegan baza también otros factores: En primer lugar mi experiencia en carretera. Seis años como autónomo en un camión dan mucho juego y suponen muchas horas de volante como para no hacer caso a la memoria y al instinto. Y en segundo lugar, un sentido de la orientación que ya quisieran para sí algunos de estos aparatitos modernos.
Es cierto que desde que dejé el volante para dedicarme a otras labores profesionales, la configuración de muchas ciudades y lugares de nuestro país, han experimentado una transformación que las hace prácticamente irreconocibles. Pero, por suerte, los puntos de referencia siguen siendo los mismos que antaño y no se han movido de su sitio. Al menos aún nadie ha conseguido mover montañas o apartar del camino de una autovía una iglesia o un convento. Es más: estoy seguro que en España se conseguirá antes lo primero que lo segundo.
Las nuevas carreteras, a pesar de tener que esquivar las grandes propiedades de los amigos de quien esté en el poder en el momento de iniciar su construcción, siguen un patrón universal: llevar a una dirección cardinal que hace muy fácil llegar a tu destino; siempre que tengas claro dónde quieres ir, por supuesto. Y hacen tan aburrido el acto de manejar el coche, que cuando el copiloto no te da conversación, puedes admirar el paisaje y orientarte mejor que con cualquier aparato de localización. Todo ello, por supuesto, sin perder la concentración al volante y sin distracciones. Y si no vas como Fitipaldi por el asfalto.
Además de todo esto, siempre queda el viejo recurso de fomentar las relaciones humanas parando en cualquier bar a tomar un refresco... y preguntar a los lugareños que están al tanto de la más mínima incidencia, la última obra o la dirección prohibida provisional que colocaron anoche. Algo que ningún GPS te dirá por muy moderno y actualizado que sea.
En mi caso en cuestión, el aparatito se convierte, en suma, en un adorno inútil, cuando no en una carga, a la hora de hacer un viaje.
Pero la cosa no queda ahí; no. Os voy a poner un ejemplo claro. Viaje usted a Marbella. Según los mapas de carretera del MOPU –o como coño se llame hoy el ministerio con más cambios de nombre del mundo entero- y los GPS son 797 kilómetros y 8 h con 40 minutos de recorrido. Vale: de momento lo de los kilómetros no coincide ni por el forro. Por que con tanto cambio en las autovías, hay puntos kilométricos que suponen casi dos kilómetros y medio en el cuenta del vehículo. Sí, sí, como lo oyes chico... Entre Medina del Campo y Adanero se pueden contabilizar más de uno de este caso. Menos mal que el GPS tiene en cuenta la posición relativa del vehículo en referencia a un satélite, que si no, antes de llevar la tercera parte del trayecto estaríamos más perdidos que una cabra en un garaje. Imaginad que quedáis con un amigo en un punto kilométrico en concreto a una hora para continuar el viaje juntos: si no fuera por el teléfono móvil, lo más probable es que ambos ni siquiera llegaseis a veros, que dos kilómetros y medio es mucha distancia, sobre todo si hay alguna curva o cambio de rasante en la carretera...
Voy a abreviar, que si no el post se me hace eterno a mí y a quien lo lea. Tengo dos noticias; una buena y otra mala:
La buena es que si alguien quiere viajar a Africa, a Marruecos en concreto, sólo tendrá que esperar unos pocos años y un par de modificaciones más de la autovía entre Granada y Málaga.
La mala es que los malagueños se encontrarán en breve al otro lado del estrecho.
Y es que los 182 km que separan estas dos ciudades se han convertido por arte de magia en 218. ¡Treinta kilómetros más!¡Y en tan sólo cinco años! Con esperar unos pocos más no hará falta coger un barco para pasar a Marruecos. Comprobadlo vosotros mismos con el cuentakilómetros del coche. Pero no hagáis caso al GPS o pasaréis vuestras vacaciones en el embalse del Agujero en vez de en el mar Mediterráneo. U os encontraréis en la estación de servicio de Jabalquinto cuando la memoria de vuestro GPS os indique que habéis llegado a Córdoba... palabra... (Conste que este error es imperdonable, ya que Jabalquinto está a sólo 20 km de Jaén) O sea que...
Hoy, cosas que la casualidad, cuando voy a postear lo que escribí anoche, me encuentro con que Sansón, uno de los dibujantes del Norte de Castilla, ha encontrado inspiración en el mismo tema que yo... o yo la he encontrado en el mismo lugar que él... jajajjajajaja. El caso es que esta es su viñeta:
5 comentarios:
Eso cuando el conductor del vehículo no acepta que quien da las indicaciones es una maquinita y se pone a discutir la ruta propuesta a pesar de no tener ni idea de como llegar al destino final......
Si es que cada uno acopla las nuevas tecnologias a su vida como le pilla.
Un besote, guapo!!!! (Y casi que yo tambien te voy a querer, pero platónicamente, que ya me ha quedado claro que tu mujer no te comparte....)
jajajaja, buenísimo. ¿Sabes la cantidad de gente que comparte tu punto de vista?
Permíteme, eso sí, que desde aquí haga un llamamiento a las que , como yo, somos buenas copilots y tenemos que aguantar (yo hace ya años de esto, pero lo recuerdo con pavor) a un imbécil al lado que no nos hace ni puto caso y encima lugo se cabrea con nosotras. ¡¡¡CHICAS, REGALADLE UN GPS!!! Y que sea de lo peor, y que se pierda el sólo y a ser posible que no vuelva!!!! (hay, es que no veais cómo me chillaba el muy capullo. Mi siguiente novio, que era normal, flipaba de la cara de terror que le ponía cada vez que me álargaba un mapa y me pedía que mirase algo...)
Aún van a servir para algo estos aparatejos... Besos,
Gema
Um que complicado yo por ahora solo uso mi bicicleta...
RACHEL: No desesperes. Yo soy de los que aún le pega cada bronca al ordenador... como si el chino que hay dentro me fuera a escuchar... si todo el mundo sabe que son sordoooossss.
GEMA:Por supuesto que hay mucha gente que sabe leer perfectamente un mapa. Tanta como inútiles que son incapaces de escuchar a quién le da indicaciones. Mira que chillarte... espera que pase por Asturias, que te quito las contracturas aunque tenga que pedirle a Rachel que me de un cursillo rápido por correspondencia.
CUERPOOOO: Ya te tocará, ya... y verás que difícil es esto de la conducción.
Si que se me hizo eterno el post! jajajaja que no te había salido con una de las mías jajajaja!
Oye, yo tengo serios problemas de lateralidad, todavía no sé cul es mi derecha y cual mi izquierda jajajaja y doy clases a personas ciegas jajajajaa!
Besitos Mormo.
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