miércoles, 21 de febrero de 2007

¡¡¡Quiero separarme!!!

Como decía el Capitán Tan: “En mis dilatados viajes a lo largo y ancho de este mundo” (Vivan el Capitán Tan, Los Chiripitifláuticos y los Hermanos Malasombra) me he encontrado muchas veces con la misma frase pronunciada casi siempre por una mujer en el mismo estado de desesperación y miedo. Acosada y herida por la misma persona que prometió cuidar de ella fielmente. Que juró amarla y protegerla todos los días de su vida.

Pero las promesas y juramentos, hoy en día, ya no son como antes; ya no nos vinculan ni nos determinan como lo hacían en tiempos pasados. Acomodamos aquellos a las circunstancias que nos impulsan a hacerlos, y nos sentimos liberados cuando éstas cambian. Pasa el tiempo y los sentimientos se retuercen con la convivencia y el flujo de problemas que nos acosan a diario. Y antes de que nos demos cuenta, el amor, y la relación que lo mantiene ha mutado de manera irreversible. Cuando la comunicación pasa a ser una rutina en vez de un intercambio, nos vamos distanciando de nuestras parejas poco a poco hasta convertirnos en extraños que comparten una cama y miran más por su comodidad individual que por la felicidad de nuestros compañer@s.

Es entonces cuando uno de los dos, generalmente tú, mujer, caes en la cuenta que eso no es lo que habías pensado para tu vida. Que la situación actual no te llena como debería. Y lo que es más grave: que ya no tiene remedio. En un rincón de tu mente va tomando forma una frase: ¡Quiero separarme!

La idea va creciendo como un parásito repugnante que de pronto va tomando forma y tamaños demasiado grandes para llevarlos contigo. En cualquier momento, en cualquier discusión, aprovecharás para deshacerte de él como del bicho asqueroso que supone para ti y que llevas a cuestas sin quererlo. Y cuando lo sueltas, es demasiado grande ya para ignorarlo. Ni tú ni tu pareja olvidareis ése nacimiento no deseado, que supone el comienzo de una guerra civil sin trincheras.

Y en esta guerra, sueles ser tú la primera víctima. No es que no haya victimas masculinas en estos confrontamientos, que las hay... de hecho, en ésta, como en todas las guerras sólo hay víctimas, ni ganadores ni vencidos. Lo que ocurre es que la sociedad machista en la que te ha tocado vivir, a los hombres se les supone distintas sensibilidades, sueldos más altos y la titularidad de las mejores propiedades; con lo cual, en las primeras refriegas queda claro quién perderá más en la pugna. De momento, comienzas a pagar tu saldo con la moneda de la depresión, haciendo de tu vida un calvario de tristeza y culpabilidad, de lágrimas y de impotencia.

Ahora eres consciente de lo difícil de la situación. Lo creas o no, he conocido más de una experiencia similar a tuya de cerca. No te engañes: todos pensamos, cuando estamos ante una situación personal grave, que el nuestro es un caso único. Y no es ni remotamente cierto. Por desgracia, en la historia de la humanidad, los conflictos no suelen ser sino una repetición calcada de momentos anteriores vividos por otras personas cuyas circunstancias personales son muy parecidas a las nuestras. Esto es de aplicación tanto en las relaciones individuales como en los hitos de la Humanidad, con mayúsculas. ¿Por qué crees que los acontecimientos históricos se repiten con tanta frecuencia? Personalmente creo que se debe a la poca variedad genética que arrastra nuestra especie, que desde siempre ha visto a los que vienen de fuera de nuestro círculo más inmediato como enemigos en vez de cómo hermanos, promocionando el aislamiento en vez del intercambio... pero eso es otra historia.

Lo importante es que esta situación que vives ahora responde a una pauta fácilmente identificable. Y que este patrón te permite tomar una serie de medidas correctoras inmediatas para que el daño no se extienda al resto de tu vida como la gangrena, infectándolo todo hasta que nada se pueda salvar.

Piensa, ahora que está tan de moda, en los casos de violencia doméstica con los que nos bombardean desde los telediarios. (Ojo, no estoy minimizando la importancia de este tema: Me temo que soy muy antiguo para ello y pienso que aquel que tiene que demostrar su supuesta superioridad con la violencia ante una mujer o un niño simplemente debería cortarse el brazo con que cometió la agresión por simple acto de honor). A las mujeres que sufren malos tratos físicos por parte de sus parejas, se les ofrece el mismo tipo de consejo, que suelen dar buenos resultados en un noventa y nueve por ciento de los casos. Eso para que te hagas una idea de lo poco singulares que somos con respecto a nuestros problemas; y lo fácil que resultaría solucionarlos con sólo poner en practica lo que sabemos. Pero claro, dentro de nosotros siempre existe la pequeña duda y la íntima satisfacción de pensar que el nuestro es un caso nuevo dentro de la raza humana... Y no lo es...

Quiero pararme a hacer una observación: sólo he hablado de la violencia física por una simple cuestión de convencimiento. Creo firmemente que el maltrato psicológico, que puede hacer tanto o más daño que el físico es una simple cuestión de estabilidad emocional. Si te sientes fuerte anímicamente no pueden hacerte más daño que el producido por la intención de ofender del agresor; claro, que si conocemos de antemano dicha intención, la vulnerabilidad de la víctima se reduce considerablemente ¿no?.

Recapitulemos:

No eres feliz. Tu marido no comprende la situación y no quiere dar su brazo a torcer. No está dispuesto a cambiar su actitud contigo ni en referencia a vuestra relación, y además está dolido porque probablemente, ya se ha sentido abandonado o engañado una vez.

Tu tienes miedo. Temes por tu futuro y el de vuestros hijos. En parte quieres acabar con él de una vez por todas, ser libre, e iniciar una nueva vida al lado de alguien con el que puedas ser feliz. Pero, por otra parte, sientes que no eres nada sin ser su satélite. No estás enamorada de él, pero no te sientes capaz de separarte de nuevo y encontrarte desnuda frente al mundo, sin trabajo, sin dinero, sin amigos, sin posición social... etc. Tus hijos te apoyan, pero tú les esgrimes como excusa para no alcanzar ésa felicidad que deseas (es normal, el sacrificio de una madre es un acto noble que hace que te sientas menos rastrera por la situación que vives) colocando la supuesta estabilidad de la familia como una meta ideal. Procuras no mantener relaciones sexuales con tu marido por que sospechas que tiene alguna amante fuera del matrimonio... y en el fondo te sientes culpable por ello... te responsabilizas de la totalidad de la situación. ¿Me he dejado algo en el tintero? Espero que no...

¿Quieres cambiar las cosas? ¿Que el final de la historia sea distinto? Pues comienza por poner los pies en el suelo. Deja de culpabilizarte. La responsabilidad de la situación dentro de una pareja es compartida, igual que éxito. Si sientes que has hecho lo posible por cambiar la situación y no lo has logrado, sé consciente de que gran parte de la culpa es también de tu pareja, no la arrojes toda sobre ti y deja de sufrir por ello. Si algo no funciona, y no se puede arreglar, lo normal es ir a la tienda y comprar otra cosa igual o mejor ¿por qué en las relaciones entre personas no actuamos igual? Es cierto que los sentimientos no se pueden comprar en una tienda, pero se pueden buscar... o mejor, encontrar... En cuanto al resto de tu familia ¿realmente crees que tus hijos no estarán mejor si ven felices a sus padres por separado? ¿O crees que con la situación actual, viéndoos juntos pero en guerra, pueden vivir mejor? Plantéatelo y escoge con la cabeza. Y déjate de heroicidades absurdas, los mártires no vivieron felices, entre otras cosas porque para ser mártir hay que dejar de vivir. Una vez hayas superado el sentimiento de culpabilidad, las cosas empezarán a cambiar para mejor. Te sentirás menos atada y podrás tomar las decisiones correctas. ¡Hazlo ya!

Sentirse traicionada es normal, y el dolor, suele ser mal consejero. Olvida las supuestas o reales infidelidades de tu pareja. En el fondo, aunque te sientas dolida, no deberían importarte, ya que has llegado a la conclusión de que ya no estás enamorada de él. Si lo que te ofende es la comparación, olvídate. En realidad él tampoco es el ideal para ti. Ya encontrarás a alguien con la rosca adecuada a la tuya, con quién encajarás a la perfección. Empieza a valorarte a ti misma, supérate y quiérete todo lo que puedas. El sexo, por la liberación de endorfinas, ayuda a superar la depresión. Si no te sientes capaz de acostarte con otro hombre, por la razón (falsa razón, seguramente) que sea, empieza a masturbarte en cualquier momento, furiosamente, si es necesario; oblígate a sentir placer de la manera que más te apetezca, pero no dejes de hacerlo ante cualquier situación agradable o mínimamente excitante que te encuentres a diario. Sumérgete en situaciones o fantasías absurdas que te exciten. Comete locuras. Esto hará que vayas ganando seguridad en ti misma y que pierdas el miedo al ridículo y al conflicto. En tu caso es fácil. Eres más bella, joven e inteligente que él, aunque ahora tú no te veas así; en cuanto empieces a sentirte admirada perderás el miedo a enfrentarte a tu marido y podrás solucionar el conflicto de la manera más favorable para ti.

Por último: No te dejes manejar. Él recurrirá a cualquier método a su alcance para hacerte caer en sus redes en cuanto comience a ver el cambio que experimentas. Se dará cuenta enseguida y tenderá, como tendemos todos los hombres, a ver más ventajoso permanecer con la mujer a la que nos hemos acostumbrado que a iniciar una aventura nueva. Lo más probable es que recurra a la culpabilidad para hacerte sentir mal, a la vejación incluso... todo con tal de hacerte permanecer bajo su dominio y disponer de tu vida como desee, pero como ése tema ya lo habrás superado, si no te dejas atrapar en sus redes te sentirás superior, sabrás cómo y cuándo lo hace, y te darás cuenta de lo infantil de su estrategia. Ya lo tienes dominado. Ahora ya no le quedan armas que esgrimir ante ti. Ha comenzado su rendición.

Ahora sí. Este es el momento de decidir qué hacer ante el futuro que se te plantea. Cuando hayas superado estas fases, es cuando estás en condiciones de tomar la decisión que más te convenga, no antes. Puedes dejarlo y comenzar una nueva vida, en busca de la felicidad. Puedes decidir quedarte a su lado, bien controlando tú la situación y adaptando vuestra vida en común al nuevo panorama, en el que tú mandas. O puedes decidir vivir tu libertad dentro de la pareja. Convivir como amigos con vidas sexuales separadas, o compartidas... pareja abierta, o mantenerlo engañado toda la vida, mientras buscas fuera lo que te hurta a diario, sin que él lo sepa. Lo que quieras... la venganza que llevas soñando durante todo el infierno que te ha tocado pasar o el perdón y el olvido de la guerra, sabiendo cada vez que lo veas que pudiste superar la situación a pesar de cuánto se opuso y que puedes mirarlo cara a cara como lo que eres: Su igual.


viernes, 16 de febrero de 2007

El Burka que viene






Si es que hay gente pero que muy IDIOTA(*) en todos lados.
¿Cómo se puede ser tan tonto(*)?
¿Qué será lo siguiente? ¿Un "gurka"? por si hay algún Islamista que le molesta
todo, y claro, hay que tapar, que para "enseñar" ya están las playas nudistas y tal....

Si es que estar "desnudo" intelectualmente debería estar igualmente
regulado.... ¿o no?... No seamos tan "radicales", Esta gente tan moralista (casi siempre falsa moral)también tienen derecho a pensar... mas bien a intentarlo.

Idiota:dj. Que padece idiotez. Estúpido, tonto. fig. Persona engreída sin fundamento.
Que padece de idiocia. Que carece de toda instrucción (éste es el valor antiguo y etimológico).
TONTO adj. Escaso de entendimiento o razón. Persona absurda y sin conocimientos que no sabe que lo es y que, a veces, se cree listo. Véase "anormal".

Esto, tan radical a priori, me lo ha mandado galantemente mi amigo ManuManuel, referente a la noticia publicada por el Reportero digital de Alicante:
http://www.reporterodigital.com/alicante/post.php/2007/01/26/piden_que_se_prohiba_ir_en_tanga_y_hacer

Mi amigo Manuel de Vitoria, estupenda persona y mejor pensador, ha confundido (o eso espero yo) el Gurka (cuchillo que da nombre a un cuerpo de indígenas del ejercito inglés) con el Burka afgano. Pero, en esencia, tiene toda la razón. Viajar por este mundo del siglo XXI con tan escaso bagaje intelectual como el que demuestran los promotores de esta noticia, debería estar regulado por ley, cuando no penado por escasez.
Pero no es la noticia lo que quiero comentar, que ya hay otros sites en el ciberespacio donde se ha dado cumplida cuenta de tamaña desfachatez. El problema, a mi entender es, precisamente disfrazar la cerrazón y la intolerancia, el fascismo y la mojigatería, el razonamiento decimonónico y la envidia patria con un halo de culturilla y pedantería rayana en lo absurdo, al incorporar a la noticia de la propuesta un pequeño fragmento de Macbeth de Shakespeare. Como diciendo: "Oye que pedimos que impere la moralidad victoriana, pero que conste no somos unos incultos pueblerinos".
Como si la belleza se pudiera ocultar tras un burka de ¿erudición?

jueves, 15 de febrero de 2007

manual de masturbación femenina

Si partimos de la base cierta, indiscutible, de que no hay dos mujeres iguales, tendremos una primera aproximación a lo difícil que resultaría generalizar a la hora de orientar a alguien novato sobre lo que le puede gustar a nuestra pareja. No obstante, sí se pueden señalar algunas “normas comunes”, generalizaciones y errores que tod@s deberíamos descartar si queremos averiguar cómo dar placer a la mujer que comparte la cama con nosotros.

La primera consideración es conocer, aunque sea aproximadamente, la anatomía femenina; y tener claro que el órgano más importante en este proceso no se halla a la vista, a pesar de que se trata del órgano sexual por excelencia: el cerebro. Es decir, si sólo nos preocupamos del aspecto “técnico” de la masturbación, lamentablemente, fracasaremos. Para las mujeres es muy importante el clima en que se desenvuelven las relaciones sexuales. Sin un clima adecuado, sin que se sientan apreciadas, apoyadas, deseadas y/o queridas nuestras manipulaciones no obtendrán la recompensa que esperamos. Esto no debería considerarse como algo voluntario, no se trata de crear el clima adecuado para “ponerlas a mil”. Si no somos capaces de transmitir nuestro cariño, nuestro deseo o nuestro aprecio por la mujer que tenemos junto a nosotr@s, no merecemos estar en ésa situación. Yo, personalmente, digo a mi mujer cuánto la quiero siempre que tengo oportunidad, no sólo en los momentos en que nuestra intimidad nos empuja al sexo, sino cada vez que la miro con detenimiento un ratito. Haced lo mismo y no os arrepentiréis. Contadlas lo hermosas que las veis o cuanto las queréis, antes incluso de pensar en comenzar a acariciarlas; los resultados merecen la pena...

Hay que derribar algunos mitos en cuanto al tema de la masturbación femenina. Para empezar hay que tener en cuenta que no es lo mismo masturbarse uno mismo, que con la ayuda de otra persona. Si bien la masturbación en pareja es muchísimo más excitante, lo cierto es que los resultados son siempre mejores cuando lo realizan ellas solas. Mejores en cuanto a la calidad del orgasmo y en cuanto al tiempo invertido en alcanzarlo. Una mujer, al igual que un hombre, masturbándose en solitario puede alcanzar un orgasmo en poco menos de cinco minutos. ¿Por qué cuando lo hacemos en pareja no ocurre lo mismo? La respuesta es obvia. A nosotros mismos no tenemos que transmitirnos sensaciones, simplemente las seguimos. No tenemos que decirnos si queremos aumentar el ritmo o la fuerza de la caricia, simplemente lo hacemos y punto. Llegar al conocimiento del cuerpo de la pareja necesario para lograr esto es muy sencillo. Sólo hace falta un poco de observación y un bastante de comunicación. Pero no cometáis el error de preguntar en medio de las manipulaciones, no, esperad a que ella haya terminado para comentar cualquier duda que os surja; entretanto, observad detalladamente cada una de las reacciones a vuestras caricias y aprenderéis exponencialmente.

Existe la idea de que para lograr que una mujer tenga un orgasmo hay que empezar siempre despacio. Es falso. Cada momento y cada situación exigen una actitud distinta y no siempre una mujer desea ser acariciada en el pecho para comenzar a sentir placer. Puede ser mucho más excitante el “aquí te pillo, aquí te mato” que unos prolegómenos largos y tediosos. Los hombres no nos damos cuenta en muchos momentos que perdemos el tiempo miserablemente mordiendo una oreja a nuestra pareja cuando ella lo que desea en ese momento es que nuestras manos se pierdan dentro de la ropa interior. Hay un momento y un ritmo para cada caricia y averiguarlo debe ser nuestro objetivo primordial. Y en realidad, es muy fácil, tan sólo hay que fijarse en las pulsaciones de nuestra pareja. Si pudiéramos hacer una gráfica, nuestro ideal sería ver aumentar esas pulsaciones linealmente, no dejar que se estabilicen en ningún momento.

Con esto no quiero hacer ver que existan atajos para dar placer a nuestras mujeres. No existen. Simplemente hay que darse cuenta que a veces el camino para el orgasmo es una trocha de montaña, llena de curvas y recovecos, y en otras es una autopista de diez carriles. Tan malo es intentar ir derecho por la primera como trazar curvas innecesarias en la segunda. Si os convertís en observadores atentos nos os resultará difícil distinguir una de la otra.

Ya he comentado uno de los errores más comunes que cometemos los hombres. Equivocarse de velocidad probablemente sea el más extendido. Y el desconocimiento de la anatomía femenina, el siguiente en el ranking.

Es fundamental conocer las zonas erógenas de nuestra pareja. Pero quién pretenda aprenderlas en un libro o buscando por internet, pierde el tiempo miserablemente. Si bien hay algunas comunes a todas las mujeres, en realidad sólo podemos aprenderlas con aquella persona a la que acariciamos. Por ejemplo: el cuello es una zona erógena que teóricamente es común para todas las mujeres. Sin embargo, a mi mujer no se la puede tocar prácticamente en ningún momento del proceso; para ella es tan sensible que cualquier roce provoca su rechazo y la caída total de la excitación. Si no sois capaces de hacer que vuestra mujer os cuente esos pequeños truquitos, al final tendréis que aprenderlo equivocándoos, y creedme, no resulta nada grato.

No obstante, y aunque seguro que me olvido de alguna de ellas, un manual no estaría completo sin enumerarlas.

Comencemos por la cabeza:

· La zona erógena por excelencia en esta parte del cuerpo es, seguramente, la nuca. Las caricias, mordiscos y besos en la parte donde el cuero cabelludo se une a la piel del cuello provocan que se ericen absolutamente todos los vellos del cuerpo. Da buen resultado también soplar suavemente entre los cabellos; la sensación, aunque más sutil, puede ser devastadora.

· El cuello comparte con la nuca la capacidad de alborotar todo nuestro organismo. No os voy a sugerir ninguna forma específica de acariciarlo, pero sí os recomiendo que si vuestra mujer no está al límite del paroxismo, paséis del típico “chupetón” o lo pagaréis caro...

· Las orejas, en especial el lóbulo, provocan una sensación muy parecida a la caricia en el cuello, pero algo más suave. Morderlo suavemente, o chuparlo son las formas más comunes de acariciarlo. Es recomendable para hacer saber a la mujer que “vais en serio”.

· Las mejillas, las cejas, los ojos y las comisuras de los labios son también zonas muy erógenas, aunque hay que saber explorarlas. Acariciar la mejilla a destiempo, por ejemplo, puede irritar a vuestra pareja y provocar frustración.

· Los hombros, en especial por la parte trasera, justo en la parte exterior de los omóplatos, es una zona muy sensible a las caricias con la punta de los dedos.

· Las clavículas, si son mordidas con suavidad, y sin usar los dientes con saña, hacen, por proximidad que los pezones se ericen fácilmente.

· Los pechos merecen mención aparte, ya que son unas de las zonas erógenas más importantes dentro del cuerpo de una mujer. Muchos hombres nos limitamos a amasarlos o a centrar nuestra atención en los pezones... mal hecho... el pecho no se limita a los pezones, por mucho que nos llamen la atención. Cuando se acaricia un pecho hay que tenerle en cuenta en su totalidad. Tan sensible es el pezón como la parte superior del pecho o el lateral y el costado, debajo del brazo.

Muchos hombres tienden a apretar en demasía el pecho de las mujeres, y eso, en según que momento del ciclo menstrual, puede resultar terriblemente doloroso. Una buena manera de evitarlo es pensar que su sensibilidad es semejante a nuestros testículos. Imaginad cuánto os gustaría un apretón fuerte en el escroto y recordadlo la próxima vez que acariciéis a vuestra mujer en el pecho. Para estimular un pecho, amasadlo como si fuera una bolsa llena de monedas de oro, pero con delicadeza. Si vuestra pareja desea que apretéis más, ya se acercará y presionará ella contra vuestra mano; es mejor pecar de blando que hacer daño, no lo olvidéis. Pensad en el pecho como una totalidad, no como partes separadas (piel, pezón, relleno), pensad que desde el músculo pectoral hasta el pliegue inferior tiene todo él prácticamente la misma sensibilidad, así que no olvidéis acariciar cada una de sus partes. Creo que no es necesario explicar cómo se acaricia el pezón, pero sí es importante recordar a los aficionados a los mordiscos que no se trata de arrancarlo de cuajo... los dientes en su justa medida y cuando la mujer ya está muy excitada son agradables, pero sin pasarse. Un buen truco para no pasarse es interponer los labios propios entre los dientes y el pezón, así si os pasáis de presión lo notaréis vosotr@s antes que ella. Insisto en que lo mejor para saber cómo acariciar a tu pareja es la comunicación. Preguntadles a ellas cómo las gusta ser acariciadas, pero por favor, hacedlo en el momento adecuado, no en medio del jaleo...

· La espalda es la gran desconocida del cuerpo de las mujeres (y hombres), apenas se explota y casi nunca se explora. Os animo a hacerlo. No se trata de trazaros un mapa de las zonas más agradables, entre otras razones porque varían de persona en persona, pero con muy poquita práctica descubriréis auténticos tesoros sensoriales.

· Puedo haceros una recomendación especial en cuanto al vientre de vuestra mujer se refiere: el paso por esa zona, incluyendo las caderas y la cintura, es un excelente prolegómeno para caricias más profundas e íntimas, así que no olvidéis hacer una visita a esta zona de camino al pubis.

· Y llegamos a la zona “caliente”. No porque sea la más importante (que puede o no serlo), sino por que es en ella en la que el desconocimiento masculino se hace mucho más patente, incluso para aquellos que nos creemos mejor informados. Vuelvo a recomendar un poquito de estudio anatómico para todos los hombres. No es broma, en mi trabajo me he encontrado hombres que aún creían que el clítoris de su mujer estaba junto al culo (imaginad que tralla le habrá dado a la hemorroide de su pareja), o algún otro que tenía asco a practicar cunnilingus porque aún creen que la orina sale por la vagina...

Una vez ubicados en la zona, cuando nuestro conocimiento tanto visual como táctil sea “¿avanzado?” nos será mucho más fácil proporcionar placer a nuestra pareja.

Pasando por alto otras formas de acariciar el coño de una mujer, como por ejemplo con la boca u otras partes del cuerpo, lo más usual a la hora de masturbar a nuestra “victima” es utilizar las manos y los dedos.

Como no soy una mujer, no puedo describiros fácilmente sensaciones, ni guiaros paso a paso como lo haría vuestra compañera, por lo que vuelvo a recomendar la comunicación (y no me hartaré de decirlo), como mejor método para dar placer a vuestra pareja. Y como dije al principio, cada mujer es un mundo, así que no voy a entrar en las distintas maneras de acariciar para conseguir el orgasmo, entre otras razones, por que resultaría imposible ante la infinidad de opciones a tomar; me explico: Hay mujeres que para obtener un orgasmo tan sólo estimulan su clítoris con un dedo, tilitando sobre él hasta lograrlo. Otras usan el método de presionar con la parte interna de los nudillos de los dedos (la base de los dedos o la palma de la mano) en el clítoris a la vez que se introducen uno o varios dedos en la vagina. Algunas logran el orgasmo sólo introduciendo dedos u objetos en la vagina o en el ano. En fin, que sería imposible describirlos todos, así que ni siquiera voy a intentarlo. Me limitaré a daros algún consejo sobre la metodología a seguir, a describir uno sólo de los muchos métodos que existen, y a guiaros para que os sirva de base y aprendizaje a los que son muy novatos o están muy perdidos. El resto del camino tendréis que recorrerlo sol@s.

A pesar de lo que dije al principio, de que no hay normas fijas, sí es recomendable llegar al coño de una mujer cuando la temperatura de la zona ya es alta y la humedad se hace palpable; así será mucho más fácil para nosotr@s y, desde luego, mucho más agradable para ellas. En esta primera fase de aproximación lo más importante no es el contacto, sino el movimiento; es decir, que puede ser mucho más agradable y excitante la sensación que provoca la separación de la braguita del coño, que el contacto directo de los dedos con la piel de los labios mayores. Por eso, cuando os acerquéis al pubis de la mujer, es conveniente jugar con los elásticos de las braguitas, a la vez que masajeáis suavemente la piel de la zona, por ejemplo, en el sentido de las agujas del reloj. Si vuestra compañera tiene vello en la zona, jugar con los pelillos es muy interesante; y puede dar mucho juego, ya que dando tironcillos (suaves, eh!) al vello podemos ir bajando desde el pubis a los labios mayores para trasmitir el movimiento al que me estoy refiriendo. En caso de que vuestra mujer tenga la zona depilada, miel sobre hojuelas, ya que sus sensaciones serán mucho más nítidas e intensas: moved la piel del pubis con un suave masaje hasta lograr que el movimiento de vuestra mano baste para separar los labios mayores y a ella se la vayan abriendo poco a poco las piernas a causa del deseo. Como he dicho antes, separad la ropa interior de la piel, sin tocar para nada los labios del coño; así, además de conseguir una mayor accesibilidad a la zona, podréis ir comprobando si la temperatura y la humedad son las adecuadas...

La siguiente fase es la del contacto. Este es el momento para recorrer con suavidad los contornos de los labios mayores e insinuar con vuestros dedos unos leves roces en los labios menores. Pero ojito... el clítoris no debe ser tocado sin la lubricación adecuada, así que hasta llegar a él, podemos hacer el recorrido por toda la parte exterior del sexo, volviéndonos cada vez más osados hasta lograr abrir la vagina y lubricar nuestros dedos con los jugos que de allí manan; o podemos mojar con nuestra saliva algún dedo travieso que insinúe de vez en cuando un roce en el capuchón que lo cubre.

A estas alturas, lo más probable es que nuestra compañera esté suspirando por contactos más intensos, y que la morfología de la zona haya cambiado por completo: el clítoris seguramente ya asoma por debajo del capuchón y los labios menores se han abierto para dejar al descubierto el agujero de la vagina. Eso es que lo estamos haciendo maravillosamente bien. Si no es así, yo utilizo un truco muy sencillo: con un dedo muy lubricado, separo la parte superior de los labios mayores y fricciono con suavidad, pero con insistencia por encima del capuchón del clítoris, pero sin llegar a tocarlo. La zona es tan sensible como el propio clítoris, pero se presta a manipulaciones más intensas y no se irrita tan fácilmente como el clítoris y su capuchón.

Una recomendación más: cuando os lancéis a manipular la zona (digo la zona porque es interesante no limitarse solamente al clítoris y prestar atención también a los labios menores), no olvidéis mantenerla SIEMPRE lubricada; así que aprovechad cada viaje a la entrada de la vagina para hacer acopio de lubricante y repartidlo por todo el recorrido de vuestros dedos.

Y se acabaron las recomendaciones... a partir de ahí es todo práctica y comunicación mutua. Probad siempre que podáis cosas nuevas y nunca os aburriréis ni dejaréis que vuestra pareja se aburra.

Otra cosa. Hay otras muchas zonas erógenas en el cuerpo de una mujer, como el culo, las nalgas, las corvas de las rodillas, el empeine, los dedos de los pies, la parte posterior y la cara interior de los muslos, los tobillos, etc... pero en este manual no se trata de describirlos todos y cada uno de ellos; es mejor dejar algo a la imaginación y exploración de cada uno de l@s amantes (además, algún truquillo tendré que guardarme para mí ¿no?). Tampoco me gustaría que nadie pretendiera con la simple lectura de este escrito y muy poca práctica, convertirse en la reencarnación de Giacomo Casanova. No pretendo trazar un guión o un mapa a seguir al pie de la letra y en el mismo orden en que lo describo, esto no es una guía de qué hacer y en qué momento hacerlo, simplemente trato de motivar a los novatos a aprender, crear el gusanillo en los que “ya saben” para que sigan aprendiendo, y motivar a los expertos y a todas las mujeres a que exploren nuevos caminos y se lo comuniquen a sus parejas. Así lo pasaremos todos mejor.

Saludos:

Mormo

cómo comer un coño

Bueno: como hice una promesa y yo siempre cumplo (recuerdos y besos, RELMY) voy a describir cómo se debe comer un coño...(versión propia de Hakunin, o sea... MORMO) (Antes aquél era mi nick)

Primero y antes de nada... olvidaos del coño. Para comenzar, eso es lo más importante, no obsesionarse con bajar a degustar las delicias íntimas de una mujer y olvidarse del resto de su cuerpo... Lo más importante para comer bien un coño es que cuando lleguéis a él, su propietaria esté deseando sentir vuestros labios en la zona más resguardada y delicada que posee... y eso no es posible si nos ponemos como si estuviésemos delante de una mesa servida y con comida esperándonos para darnos el gran atracón... no, primero hay que crear el ambiente necesario para que el objeto de nuestras fantasías culinarias esté perfectamente en su jugo...

Personalmente os recomendaría que después de un romántico calentamiento comencéis a comer el coño por la parte más alejada del mismo... aquella de la que los hombres nos olvidamos tan a menudo... LA ESPALDA... Es algo fantástico recorrerla y descubrir los distintos caminos de placer que se pueden trazar en ella... Pero un consejo MUY IMPORTANTE... no os limitéis a trabajar como los profesionales del sexo, lengua para arriba y para abajo, maquinalmente, no, así no vale... es mucho más gratificante ir recorriendo la espalda por las sendas que va marcando el placer de vuestra pareja y SINTIENDO lo que ésa persona siente, disfrutar de cada estremecimiento, de cada vello que se eriza, de cada poro que se abre al paso de vuestros labios o vuestra lengua... buscad la forma de acariciarla como si cada movimiento fuese un trago de buen vino que paladear, como si cada beso fuese ésa gota de agua que separa la vida de la muerte para un sediento... así... con avidez pero sin precipitación, pensad que se os escapa una oportunidad única cada vez que desperdiciáis una sola de vuestras caricias, besos o lametones...

No olvidéis en éste camino de placer hacer una parada en la parte externa de los omoplatos de ella... allí donde la piel es tan suave como en los costados y por encima del hueso, junto al hombro; os sorprenderéis gratamente de la reacción y nunca más olvidareis pasar por allí...

Cuando vuestro camino haya sido recorrido en su totalidad y os vayáis acercando a las caderas (quitar las braguitas o el tanga debería ser asignatura obligada en la escuela primaria, o sea, que el que no aproveche ésa ocasión para acariciar con rotundidad las caderas de su pareja que se dedique a la música, que para esto no vale) usad vuestros labios para peinar el fino vello que crece justo al final de la columna vertebral. Si esto no sirve para que ella abra las piernas y eleve el culo como una gata en celo... o lo habéis hecho muy mal o a mí me han estado engañando durante 22 años... jejejejejeje.

Bueno... ya es el momento de realizar la primera aproximación... yo suelo comenzar con lametones y besos en la cara interna de los muslos, por la parte cercana al final de los glúteos, cuando ella aún está de espaldas a mí. Así compruebo que la humedad es la adecuada y que lo está deseando de verdad...

Obligadla (es un decir, claro) a que se dé la vuelta... Ahí está, delante de vosotros... el mejor manjar que la naturaleza a puesto a disposición de hombres y mujeres... el principio y el objetivo de todo ser humano que sepa apreciarlo... a través de él nacemos todos; y solo unos pocos tenemos el privilegio de degustar con auténtico anhelo... y yo personalmente... bueno, si habéis leído hasta aquí ya sabréis que vuelvo a él siempre que puedo, que puedo pasar sin follar, pero sin comérmelo... preferiría quedarme ciego.

Cuando se dé la vuelta para quedar de cara a vosotros, poned las manos en el nacimiento de sus muslos y presionad suavemente, pero con firmeza; no dejéis que abra aún las piernas del todo. Si aún tiene puestas las braguitas, no las quitéis todavía... esperad... así será más interesante. Acercaos lentamente, que pueda sentir vuestra presencia ahí abajo. Aspirad el aroma que llega a vuestro olfato. Cada mujer tiene el suyo propio. Empapaos de él... guardadlo... no lo olvidéis nunca, os servirá para recordar qué es lo que más le gusta a ésta mujer en particular (el sentido del olfato es el más relacionado con la memoria) embriagaros con el perfume que desprende y apreciad cada matiz que la diferencia del resto de las mujeres del mundo... acercaos lentamente a su coño... ella sentirá ésa aproximación tan intensamente como si ya estuvieseis comiéndolo... podréis comprobarlo en la tensión de los muslos... aaaaaaahhhhhhhh!!!!!... si os acercáis lo suficiente a su ropa interior incluso podrá sentir vuestro aliento caliente junto a su sexo...

Pasad de largo... buscad una línea de vello muy fino que comienza justo en el centro del elástico de sus braguitas... haced lo mismo que en el vello de la columna... si queréis podéis llegar al ombligo y hundir vuestra lengua en él... pero no os distraigáis de vuestro objetivo... un beso en el pubis (no muy cerca del clítoris) a través de la braguita es lo más adecuado para llamar a la puerta del placer. Ella comenzará a levantar las caderas casi sin sentirlo... ya podéis dejar vagar vuestras manos por donde os apetezca, ya no es necesario seguir sujetándola, al contrario, la libertad de movimientos ahora es fundamental.

Usad un truco: si la braguita es alta, comenzar a lamer entre ésta y el hueso de la cadera... allí la piel es tan suave como la nata pastelera y sus movimientos os permitirán colar las manos entre la ropa interior y los glúteos para ir quitándola poco a poco a medida que avancéis con vuestra lengua. Si por el contra, la braguita es de tirante caído, id abriéndola desde el elástico superior con vuestra lengua y llegad al mismo sitio. Es importante que lo hagáis hacia los dos lados, ya que los movimientos de ella irán al compás que marque vuestra boca, y así llevar a cabo el movimiento de ambas manos...

Cuando tengáis a la vista el vello del pubis es el momento propicio para cambiar de lugar. Ir bajando por las ingles es la mejor manera de descubrir en su totalidad el sexo de vuestra compañera. Los lametones y besos húmedos tienen que ser intensos, pero no denotar ansia, que no entorpezcan el sentir de ella... OJITOO!!!!! A muchas mujeres las corta mucho mucho que la braguita se quede a medio muslo... las hace sentir especialmente desnudas, así que para no cometer ése error, es mejor lamer la cara interior de los muslos mientras vuestras manos la despojan de ésa prenda; Si además aprovecháis el camino de vuelta para acariciar desde la punta del pié, por el empeine, el tobillo y el resto de las piernas... muchísimo mejor; no olvidéis que al contrario que los hombres, las mujeres pueden sumar las sensaciones de ambos tipos de caricias....

Bien, ya estamos de nuevo en el coño... si vuestras manos y vuestra boca han sido hábiles, el flujo vaginal probablemente se haya desbordado perlando toda la zona contigua a la vagina, e incluso los glúteos cerca del ano.... hummmmmmmmm. Ahora es el momento de demostrar de verdad nuestro dominio de la situación... si lo hacéis bien... bueno, esto no es seguro, pero a mí ya me ha pasado en alguna ocasión...a veces basta con soplar ligeramente el clítoris de la chica para que ya tenga un miniorgasmo... no es muy intenso, ni muy largo, pero sirve para que nuestro ego crezca mil enteros sin pasar por La Bolsa...jejejejejeje.

No os ceguéis ahora... ella está deseando vuestro contacto...hacédselo desear aún más, merece la pena. No vayáis directos al clítoris, lamed primero los labios mayores, peinando el posible vello hacia fuera, despejando el camino... jugad con la humedecida entrada, sobre todo por la parte de atrás... allí donde puede quedar parte del virgo (o todo entero). La punta de la lengua es ahora vuestra mejor amiga...sentid cómo vuestra pareja trasmite su propio placer a través de tan escaso trozo de lengua... recorred el camino a la inversa por el otro lado del coño... bien... a estas alturas los labios menores ya se deben haber separado tanto que podríais ver la luz que entra por su garganta cuando suspira... el clítoris debe estar hinchado y fuera de su refugio...sé que os está llamando... podéis tocarlo ligeramente, pero de forma breve, intermitente... sin que sea el centro de atención... ella tiene que llegar a la exasperación, desearlo tanto tanto que se vea obligada a coger vuestra cabeza en sus manos y empujaros hacia allí... luchad... pero dejadla ganar...tomad los labios menores entre los vuestros y recorredlos mamando suavemente, como si estuvieseis tocando un instrumento musical muy muy delicado...rozad con la comisura de vuestra boca el clítoris, con los labios, con la lengua.... procurad que el movimiento de vuestra cabeza no sea muy exagerado... meted la lengua dentro de la vagina...recorrer varias veces el camino que separa esta del clítoris... lentamente... con ritmo...cuando notéis que el orgasmo está cerca... centraos sólo en el botón del cielo.. tomadlo en vuestra boca... no mordáis, no seáis bestias, pero tomadlo con firmeza rozando con fuerza y ritmo vuestra lengua con él... y ahora sí....

Dejaos llevar... esta parte ya no tiene técnica recomendable... lo mejor es que sintáis lo que ella siente, que vuestra voracidad la lleve allí donde ella desee... hay mujeres que se pegan y apenas dejan que nos movamos... otras levantan tanto las caderas que amoratan nuestros labios... Unas desean sentir una penetración, aunque sea con un solo dedo... a otras las llena más una lengua húmeda; pero todas, todas te llenan la cabeza de energía, del placer que sienten, del amor (sí, aunque suene raro ahora)que desprenden cuando por fin alcanzan uno o varios orgasmos.

Alto ahí....si pensáis que ya se ha terminado, estáis equivocados. Esta es la parte más importante. Hay muchas mujeres que no soportan el sabor de su propio sexo después de un orgasmo. Otras en cambio se ponen a mil si las besas después de haberlas comido el coño. Pero todas, las que solo han tenido un orgasmo, o las que han tenido mil al teneros entre sus piernas NECESITAN AHORA MISMO UN ABRAZO. Un abrazo, un beso (aunque sea en la frente), una caricia tierna, una mirada dulce y el soporte de una persona a la que forzosamente tienes que sentir ahora mismo muy cerca os asegurarán que otro día seréis vosotr@s los que estaréis en el mismo sitio que ahora...

Que tengáis sueños muy húmedos...

Imitaciones

Hace poco me llevé un pequeño disgusto. No por que no me lo esperara, o por que no me lo advirtieran; hace tiempo que me avisaron que esto de publicar en internet sin registrar lo que escribo no me reportaría ningún beneficio. Pero como no he pretendido nunca hacerme famoso, ni sacar mayor beneficio de lo que escribo que el que se produce al descargar el cerebro de ideas, nunca hice ni el menor caso. Hasta mi esposa me decía últimamente que debería exigir que quién reproduzca mis escritos hiciera mención al autor. Y yo en mis trece, que no, que no hace falta, que total para cuatro cosas que he publicado... y además ¿cómo se puede hacer mal uso de una pequeña pieza literaria cuyo único fin es informativo, cuya única pretensión es lúdica?. Vale, pues estaba equivocado... sí se puede. Y siempre hay algún espabilado que encuentra la manera de utilizar lo más inofensivo para hacer daño, adulterando su primigenia esencia. En fin, qué se le va a hacer... el mundo es así... o mejor, la gente es así.

De todas formas, como he dicho al principio, no me pilla de sorpresa. Son ya muchos años conectado a esta locura de internet: No pretendo dármelas de pionero de la red, pero en 15 años da tiempo a ver de casi todo. Desde las mejores personas, hasta los estúpidos más indignantes. He tenido ocasión de hacer muy buenos amigos, que aún conservo, y con los que mantengo el contacto (Un saludo, Jose, que sé que lo estáis pasando mal en estos momentos); Conocí a mi mujer a través de este medio, a pesar de vivir en la misma ciudad y haber frecuentado lugares casi comunes no nos conocíamos hasta que un buen día, Internet nos hizo tropezar el uno con el otro. Y a través de este medio, me he dado cuenta de la inmensa estupidez humana...

La culpa no es de nadie. La Red, como todas las COSAS no son buenas ni malas, sino que tal consideración ética depende del uso que se haga de ella. Del buen o del mal uso. Internet tiene una ventaja importante, en lo que a las relaciones humanas se refiere (aparte de la utilidad de poder encontrar casi cualquier información dentro de ella), se trata de la posibilidad REAL de comunicarte con alguien. Me refiero a hablar. Esa inquietante habilidad que ha desarrollado nuestra especie durante milenios y que algunos se están empeñando en hacer desaparecer en unos pocos años. Me da igual el modo en que se haga. Da lo mismo si nos impiden hablar en un bar, aumentando los decibelios de la música, o matando el lenguaje que hemos aprendido “x mdio d abrviaturas imposibls d dscifrar”, o no preocupándonos de la ortografía a la hora de escribir, o no dedicando el tiempo necesario a nuestros semejantes para escuchar lo que tengan que decirnos.

Hablar no sólo nos separa cualitativamente del resto de los animales, nos permite intercambiar experiencias y conocernos unos a otros. Por eso, Internet se ha convertido en uno de los principales medios de comunicación de hoy. Podemos HABLAR entre nosotros y llegar a conocernos muy bien antes siquiera de habernos visto el uno al otro, sin estorbos ni adornos innecesarios. A condición, claro, de ser sinceros con nosotros mismos, primero, y después, con nuestro interlocutor. Y ahí está el problema... amparados por el anonimato de estar en otro lugar físico, tras una pantalla de ordenador y su teclado, sin tener la posibilidad de acudir al lenguaje corporal para verificar lo que nos cuentan, han proliferado una serie de personajillos con problemas de madurez o de personalidad que pretenden esconderse de la realidad ¿engañando al prójimo?... más bien a sí mismos... digo yo, que para escapar de su triste realidad.

En 15 años me he encontrado chicas que dicen ser chicos, chicos que cambian su sexo para hacerse “amiga” de otras mujeres, putas que dicen ser sexólogas, terapeutas, psicólogas o psiquiatras. Albañiles que son ingenieros informáticos, diseñadores, abogados o economistas. Principiantes en informática que presumen de ser peligrosos hackers o administradores de red y farsantes varios como para llenar el circo de Pinocho. Y yo no soy un santo tampoco... todos nos hemos hecho pasar por algo no éramos, sobre todo al principio de comenzar en este mundillo. Como a mí me gusta mucho escribir, al principio, cuando me preguntaban que a qué me dedicaba, respondía que a escribir... lo cual no era mentira, pero tampoco totalmente cierto. Pero es que hoy se ha convertido en un auténtico desafío encontrar a alguien que te cuente la verdad tras la pantalla. Conozco a unas cuantas personas, amigas mías o de mi mujer, que, animadas por el éxito de nuestra relación y oyéndonos cantar las ventajas de conocerse antes de verse físicamente, han decidido buscar en el mundo cibernético su media naranja... y tienen suerte si encuentran un gajo de pomelo o de limón; por que sin suerte, hay que lidiar, en algunos casos, con auténticos psicópatas disfrazados de buenos chicos.

Menos mal que tarde o temprano se conoce al impostor, ya sea en persona, o por las contradicciones que deja entrever en sus conversaciones...

Y, por último, dentro de esta ralea de farsantes, se encuentran los plagiarios. Aquellos que, en busca de información, encuentran algo que les gusta y se apropian de ello con una tranquilidad beatífica. Sin preocuparse del daño que puedan ocasionar e, incluso, presumiendo de su autoría FRENTE AL PROPIO AUTOR, como ha sido mi caso... auténticamente de chiste...

De modo que, aunque tenía pensado incluir algunos de mis escritos en este blog más adelante, más que nada porque no son aptos para según que ojos, voy a hacerlo de inmediato. Y así, cada vez que alguien tenga a bien copiar algo de lo que escribo (lo cual me halaga, querrá decir que no es tan malo como yo pienso) se podrá comprobar la fecha y la autoría con mayor facilidad.

BIENVENID@S

Bienvenid@s a mi blog. No te cortes y deja tus comentarios. Así, además de servirme a mí para desahogarme, nos servirá a ambos para mejorar, a ti para dar tu opinión y a mí para saber si lo que vuelco en estas lineas interesa sólo a su autor.

Hace un tiempo que no dejo de pensar en escribir. No puedo dedicarle a esta afición los ratos que se merece y eso me deja vacío y con hambre de algo indefinido. Pienso que tengo muchas cosas que contar, quizá no demasiado interesantes, pero con sentido para mí. Tal vez sólo se trate de jugar con mi reflejo, un espejismo narcisista o un deseo íntimo de notoriedad, pero ya va siendo hora de calmar este ansia. Traté de mantener un blog para mi hija en el que proponer algunos consejos que sé que no seguirá, cuando tenga capacidad para leerlos, pero lo que quiero escribir no es lo más apropiado para una niña de apenas un año de vida, así que lo intentaré con un blog propio donde pueda verter mis obsesiones.

No voy a cometer el error de publicar mi nombre. Pero sí puedo decir que tengo 40 años, aunque no los aparento. Aquellos que no me conocen suelen pensar que rondo los 34 o 35; y aunque es evidente mi sobrepeso, dicen que soy atractivo. Quizá se deba a la extrema longitud de mis pestañas, o a ése aire masculino que me rodea y que yo fomento procurando dar a mis rasgos una seriedad “numerobenemérita” que desmiente mi sonrisa, en cuanto tengo un poco de intimidad con mi interlocutor. Quién lo sabe... En cualquier caso, mi experiencia con el sexo femenino ha sido bastante más extensa de lo que me hubiera gustado, en un principio; y digo esto, no porque no me gusten las mujeres, más bien al contrario; pero tal vez algo más de suerte al encontrar a mi media naranja no hubiera sido mal recibida. A veces me da la sensación que la he encontrado demasiado tarde, perdida la inocencia en quién sabe qué curva del camino.
Pero la encontré. Y soy feliz. Además puedo permitirme el lujo de continuar con mis devaneos y mi afición a lo femenino, ya que mi compañera y esposa acepta de buen grado estos "pequeños defectillos"; o al menos eso dice ella...