jueves, 26 de abril de 2007

La buena música

Siempre he dicho, cuando me han preguntado qué clase de música me gustaba, que escucho de todo tipo, siempre que esté cantada por buenas voces o aquella que tenga "buena letra"; es decir, letras que digan algo o me lleguen por alguna razón... A estas dos categorías habría que añadirle una tercera, si lo pienso bien: la música interpretada con virtuosismo. Aunque mis conocimientos musicales son de lo más burdo, y mi cultura musical no me permite distinguir a Mozart de Beethoven, ni saber como se escribe siquiera, tengo un oído muy fino, que como al que no bebe vino, le permite distinguir si lo que consume es bueno o no.
Además gozo de una memoria musical extraordinaria, de modo que atesoro en ella canciones que me han gustado, música y letra completas, intactas, para acudir a ellas cuando lo deseo. Están en ella casi toda la historia de la música española desde el año 1970 en que descubrí esa cualidad.
Hoy me he acordado de una canción que interpretaban con maestría Joaquín Sabina y Alberto Pérez, aunque sus autores son Francisco Amargo y Manuel Villacañas... Y me he puesto a pensar lo caprichoso que es el destino (en palabras de Sabina "es un maricón"). De los tres genios de la música que grabaron el disco "La mandrágora" sólo éste último ha conocido el ÉXITO, así, con mayúsculas.
Para los que no sepan de qué hablo, La mandrágora se grabó en un cafetín del mismo nombre donde estos tres monstruos de la creación musical actuaban por la muy respetable cantidad de mil pesetas por barba y copas gratis... sin comentarios. Si queréis saber todo de Sabina, aunque casi todo está dicho, os sugiero que visitéis http://www.joaquinsabina.net
Junto a él, y nunca mejor expresado lo de juntos, tocaban y cantaban Javier Krahe y Alberto Pérez.
Si yo presumo de tener buena memoria musical, deberíais conocer a Alberto Pérez... eso sí es un archivo de canciones con patas. Y de Javier Krahe no tengo nada que decir. Probablemente el día que fallezca para nuestra desgracia, no habrá ningún instrumento musical en el mundo que suene como debería hacerlo... por que estarán tristes y de luto. Ojalá sea dentro de mucho, mucho tiempo.
Quiero tener un recuerdo para los tres, así que me he puesto a buscar por los interneses y he encontrado estas perlas... disfrutadlas:

Mi ovejita lucera esta es la canción de la que me he acordado hoy, y por suerte, he podido encontrar la versión original, en la que se aprecia toda la maestría de Alberto Pérez con la improvisación.
Una actuación reciente en El cafetal de Medina del campo de Alberto Pérez:



Otra de Javier Krahe con una de sus canciones más divertidas:



Un fragmento de "...Y todo es vanidad", un homenaje a Krahe.



Y por último, voy a postear este vídeo de Sabina por tres razones:
-Por ser una de esas canciones, y una de esas actuaciones que te ponen la piel de gallina, tanto por su letra como por la voz de Olga Román en la introducción.

-Porque en la letra:

De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;
y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría
con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.

Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos
que no has dado,
los labios del pecado.

Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.

Y me envenenan los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.

No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.

Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.

Y cuando vuelves hay fiesta
en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio
el pan de cada día.

Hay un verso que hace referencia a una cosa que inventé hace más de 20 años para explicarle a una amiga mía lo que yo entendía por una relación perfecta: la teoría matemática del amor, que se resume en las siguientes proposiciones: 1+1' no es igual a 1; 1+1' no es igual a 1' y 1+1=2
-Y por último, porque es una letra que me gustaría dedicar a mi esposa; expresa muy bien lo que siento por ella, lo que quisiera decirla y no encuentro palabras para hacerlo.







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