domingo, 13 de mayo de 2007

Lo importante es el sentimiento

Ayer hicimos una pequeña excursión a ver la recientemente nacida hija de un primo mío. El día fue genial. Mi mujer, harta ya de que me haya olvidado de "sacarla de paseo", como suele decir ella, estaba encantada de romper la monotonía de nuestros fines de semana y se lo pasó genial departiendo con la mujer de mi primo sobre la crianza de nuestros respectivos retoños, sus experiencias en el parto, el carácter de cada niño, etc... Y nuestra hija, como siempre, conquistando corazones con su simpatía y ése comportamiento a medias travieso y picaruelo, a medias encantador, civilizado y obediente.
Lo cierto es que da gusto viajar con una niña que no da un amparo de guerra, come lo que le pongan delante y obedece casi siempre. Casi siempre porque hay que tener en cuenta que sólo cuenta con 14 meses y su mundo se retuerce cada vez que tiene contactos con experiencias nuevas, con gente nueva, con sitios nuevos. Y que si la ponen un perro delante se transforma... y es que mi hija siente adoración por los animales. Le encantan los perros, como a su padre, cuanto más grandes mejor. Mi primo tenía en casa un precioso ejemplar de boxer, así que no hubo manera de lograr que se echara la siesta ni de separarla del "guauguau". Y eso que casi tiene un ataque de nervios cuando aquel animal tan grande (como tres veces la niña) la relamió por completo con su lengua en cuanto se le pusimos delante... Pero como he dicho, nos costó Dios y ayuda separarla después de su amigo de juegos.
Como además mi niña es una sibarita en cuanto a música se refiere, en el camino de vuelta, para tratar de disipar el disgusto de tan traumática separación y calmarla un poco, puse unas cintas viejas de ópera que llevaba en el coche. Aquella música la calmó un tanto y se quedó dormida enseguida. Y además suscitó una interesante conversación sobre cantantes y ópera entre mi esposa y yo mismo. Me siento íntimamente satisfecho con el interés que demuestra mi media naranja por la ópera. Tan sólo ha podido ver en directo tres obras y ya está enamorada del género hasta el punto de pedirme que reúna canciones y óperas que a ella le gustan por haberlas oído en casa o por haberme oído hablar de ellas.
La discusión (entendida ésta como intercambio de ideas) se centró en la diferencia de voces, de interpretaciones y de actuaciones de los distintos cantantes ante una misma canción; y sobre las sensaciones y reacciones cutáneas que provocan dichas canciones cuando las escuchamos cantadas por unos u otros cantantes. En ella hice alusión a una maravilla de la interpretación operística: Mario del Mónaco. Destaqué de él no sólo su natural equipamiento para la canción lírica y su técnica vocal, sino sus interpretaciones magistrales. No sólo era uno de los mejores tenores de su tiempo, haciendo fácil lo difícil, sino que además era un actor como he visto pocos encima de un escenario, convenciendo con sus gestos y su lenguaje corporal que lo que estamos viendo no es una obra de ficción cantada, sino una persona real lamentando sus desgracias o compartiendo sus alegrías. Como mi mujer es muy jovencita, no había oído hablar de él, así que he buscado éstos fragmentos de actuaciones suyas para que el mundo reconozca su grandeza:

Un clásico. Su interpretación de Vesti la giubba de 1954 de I pagliacci de Leoncavallo




Che gelida manina de La Boheme de Puccini (lástima que sea en playblack):




E lucevan le stelle de Tosca. Con ver su cara se adivina todo:




Y ahora otra gran actriz a la vez que cantante: María Callas en Una voce poco fa del Barbero de Sevilla.


1 comentario:

Paula dijo...

Qué gusto escuchar todo esto. Gracias por ponerlo :)